donuts y cansinos

18 May 2006

Este fin de semana estuve por tierras catalanas a donde me llevaron los pertinentes preparativos pre-boda en los que andamos enfrascados.
Habré ido ya cinco o seis veces a Barcelona, y al contrario que cualquier costumbre turística al uso, todavía no he visto ningún lugar emblemático de esta ciudad. Ni siquiera la sagrada familia. Solo en el viaje de fin de EGB hicimos un pequeño recorrido en bus pero solo acierto a recordar el camp nou y montjuic donde estaban con obras para las olimpiadas.

En cambio, hay algo que no me falla cada vez que voy allí, al menos en las últimas ocasiones. Y son los donuts.
Sí, esos bollos pasteleros que acostumbran a tener forma de rosquilla, pero no siempre. La franquicia 'dunkin donuts' se ha convertido en un templo al que peregrinar al menos una vez en la vida. Que suerte tienen en Barcelona de tener cerca una de estas sucursales del pecaminoso placer de la gula. En Valencia no andamos con tanta fortuna, y bien sabe dios, que si ponen una aquí yo seré un cliente fiel y sumiso. No hay que decir, que todo el viaje valió la pena aunque solo fuese por volver cargado con cajas de donuts.





Pero estos dias hubo otra cosa que marcó el viaje, no todo iban a ser donuts... No hay fines de semana al año que vamos a elegir justo el que se corre la formula 1 en Montmeló. Fernando Alonso corriendo en España y todo el mundo volcado en ello. La leche blanca y bendita. Por supuesto yo ni vi la carrera, prefiero malgastar el tiempo en otros menesteres. Pero los que si la vieron (o al menos la intuyeron) fueron los cientos, miles o millones que acudieron al circuito. En el viaje de regreso creo que me crucé con todos ellos, sin dejar ni uno. Si me hubieran dado una moneda por cada individuo con la camiseta o la gorra del alonso, ahora tendría un furgón blindado a mi servicio. Y no entiendo este fervor que ha surgido de la nada. La gente es capaz de gastarse un pastón en una entrada que te da permiso a estar realizar un buen puñado de kilometros en coche para acudir a una aglomeración enorme de gente, a maldormir dos días, a estar apretado nada mas acercarte al circuito, a hacer cola para entrar, a hacer cola para ir a un baño portatil, a hacer cola para conseguir una mísera botella de agua, a volver a hacer cola para miccionar de nuevo antes de que empiecen las carreras, a tener tu cuarto de metro cuadrado para tirarte en el suelo, a ver una calzada allá a lo lejos, pero ver solo una curva o un trozo de recta, a ver de refilón como bultos extraños pasan a mas de 200 km/hora por esa curva o ese trozo de recta, a sufrir pisotones y codazos cuando uno se entera por megafonía que ha ganado el alonso (porque verlo es imposible), a sufrir avalancha de gente cuando intentas salir del circuito, a tardar mas de dos horas en alcanzar tu coche sin contar el tiempo para salir de regreso a casa, a volver a tragarte el puñado de kilometros de nuevo para tu lugar de origen... eso sí, con una sonrisa de tonto que no te la quitan ni con cirujía, igual les vale hasta la pena. Pero a mi no me tendrán en esas.


Yo paso de esta moda que se ha impuesto con la alonsomanía, prefiero mil veces antes un donut, y mas si va relleno de chocolate blanco.....

au

 

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